jueves, 24 de diciembre de 2015

Tregua de Navidad en la Primera Guerra Mundial



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Portada Daily Mirror


Desde Cuadernos de Historia os deseamos unas Felices Fiestas y un Próspero Año 2016 lleno de Paz, Felicidad, Salud y todas esas cosas que hacen de este mundo un sitio mejor.
Debo reconocer que me he emocionado un poco al escribir esta entrada en el Blog ya que nos enfrentamos a una de las contiendas más terribles y horribles de la historia bélica mundial, donde se registraron más de 10 millones de muertos y 20 millones de heridos entre los combatientes. Los datos de las víctimas civiles directas o indirectas son muy difíciles de establecer. Posteriormente, por desgracia, la Segunda Guerra Mundial nos dejaría sin palabras en el número de víctimas y barbaridades, pero esa es otra historia.

Ahora nos trasladamos al 24 de Diciembre de 1914 y la llamada "Tregua de Navidad". Este fue uno de los fenómenos más inesperados de la Primera Guerra Mundial, la más cruenta vivida hasta entonces.
Corrían por entonces momentos de gran dureza, pues Alemania había invadido Bélgica en julio con el objetivo de llegar hasta París y había sido detenida por británicos y franceses a cambio de una tremenda cantidad de bajas. El frente se estancó. La situación no mejoró con la llegada del invierno, éste trajo consigo lluvias, nevadas y una ingente cantidad de enfermedades en las trincheras, inundadas y comidas por los insectos.
Al no poder avanzar ninguno de los dos bandos sobre territorio enemigo, los días previos a Navidad la nostalgia  se extendió entre los combatientes al estar lejos de sus familias en fechas tan señaladas. Los altos mandos militares redoblaron sus esfuerzos para que el correo pudiera llegar a tiempo hasta las trincheras y los soldados sintieran, aunque fuera mediante pequeños regalos como tabletas de chocolate o cigarros, el calor de sus seres queridos.
No hacía ni cinco meses del estallido de la Primera Guerra Mundial y se produjo un hecho insólito en el frente occidental. En algunos lugares puntuales los soldados aliados se vieron sorprendidos al aparecer en las trincheras alemanas que tenían delante árboles de Navidad y al escuchar a los soldados enemigos entonar villancicos. Los soldados respondieron cantando villancicos en inglés. Al día siguiente, soldados de ambos bandos,  alemanes por un lado e ingleses por otro  y en menor medida franceses treparon las trincheras y confraternizaron con el enemigo en la “Tierra de Nadie”. Se estrecharon las manos, se felicitaron las Pascuas, se intercambiaron regalos como tabaco o periódicos e incluso llegó a jugarse algún partido de fútbol amistoso. Los altos mandos, enfurecidos por lo que acontecía, mandaron órdenes de abortar inmediatamente cualquier acto amistoso. El día 26 se reiniciaron las hostilidades.
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Fuerteventura, 24 de Diciembre de 2016

jueves, 30 de abril de 2015

Españoles en la Guerra de Vietnam



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El grupo de médicos españoles enviado a la Guerra de Vietnam

Hoy se conmemora el 40ª Aniversario de la finalización de la guerra de Vietnam y desde los cuadernos de historia abordamos uno de los episodios más desconocidos de la historia militar reciente. Cuando cogemos cualquier libro de Historia al llegar al capítulo correspondiente sobre la Guerra de Vietnam nos encontramos los motivos por los que se produjo, las diferentes cifras de bajas que dan uno y otro bando y los países que participaron en dicha contienda, pero suele obviarse a uno que también estuvo presente y del que durante muchísimo tiempo se ha mantenido en el más absoluto de los mutismos: España.

A mediados de los años 60 las relaciones entre Estados Unidos y España iba viento en popa. Hacía poco más de una década que los norteamericanos habían instalado sus bases en suelo español desde donde controlaban todo el Mediterráneo occidental.
Eran tiempos de la Guerra Fría y la obsesión anticomunista de los yanquis parecía estar en sintonía con la que profesaba el dictador Franco.
Tras el repentino asesinato de John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson tuvo que asumir la presidencia de su país, encontrándose que tenía que lidiar con varios frentes abiertos: la mencionada Guerra Fría y la consiguiente tensión con el bloque soviético, la crisis con Cuba que tuvo al país a punto de una intervención armada, la creciente presencia comunista cada vez en más países y la Guerra de Vietnam, un conflicto que llevaba en marcha desde 1959 y que ya comenzaba a alargarse más de lo deseado.
El presidente norteamericano necesitaba una coalición internacional que apoyase la intervención estadounidense en el país asiático y a la hora de intentar reunir los máximos apoyos posibles tenía el convencimiento de que España se convertiría en una fiel aliada. Por tal motivo, el 26 de julio de 1965, hizo llegar a través de su embajador en España, Angier Biddle Duke, una carta que fue entregada al Ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, con el fin de que éste se la hiciera llegar al Caudillo.
En ella exponía la delicada situación y solicitaba a Franco su colaboración como país aliado, con el fin de que España entrase de lleno en la Guerra de Vietnam. En poco menos de un mes, el Jefe del Estado Español hizo llegar su respuesta, también en forma de carta, en la que daba su punto de vista sobre el conflicto y sin dejar demasiado claro cuál y cómo sería la forma de participar en dicha guerra.
Sabían que si no controlaban la situación y ganaban la guerra podría producirse lo que habían bautizado como un ‘efecto dominó’ y que irían cayendo en las redes comunistas el resto de naciones de alrededor. Por tal motivo Johnson puso en marcha la campaña más banderas.
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                                       Puente dedicado en Vietnam a los médicos españoles
Franco tenía muy claro que no involucraría al país en un conflicto militar y a lo máximo que estaba dispuesto a llegar era a mandar algún grupo de soldados de forma testimonial. Pero transcurridos unos meses se lo pensó mejor y cambió de opinión, pero no para dar más apoyo sino menos, por lo que en septiembre de 1966 mandó de forma secreta, y sin dar publicidad alguna al tema, a doce militares médicos que realizarían tareas humanitarias entre la población vietnamita y, en caso de ser requerida, a soldados norteamericanos heridos.
Ese pequeño contingente médico salió de España de incógnito y sin especificar oficialmente cuál era su destino. Franco no quería hacer público ese semi apoyo que iba a prestar a los norteamericanos en la guerra a sabiendas de que si se hacía público podría ganarse la desconfianza de los ciudadanos y, sobre todo, de personas de su total confianza que no veían con buenos ojos la participación española en el conflicto. De ahí que esa ayuda se quedase en algo meramente testimonial y con una docena de hombres.
Por su parte a los norteamericanos no les hizo demasiada gracia el ninguneo de Franco hacia ese conflicto bélico que era tan importante y vital para ellos, motivo por el que, aparentemente, se envió al grupo de españoles a atender las necesidades médicas en Gò Công, una localidad al sur del país y de dificil acceso.
El contingente pasó allí cinco años realizando trabajos de ayuda humanitaria entre la población vietnamita, atendiendo a algún soldado norteamericano herido (aunque pocos, ya que preferían ser atendidos en el hospital) e incluso a personas que aparentemente parecían civiles pero que en realidad pertenecían al Vietcong, el movimiento de resistencia vietnamita contra el que luchaban los estadounidenses.
Poco se supo en su época sobre la misión española en la Guerra de Vietnam, aunque un, por aquel entonces, joven y entusiasta periodista llamado Luis María Anson se enteró de la noticia, viajó hasta allí y publicó un artículo que no fue del agrado de las autoridades españolas que querían mantener en secreto la presencia de los médicos en el conflicto asiático.
Uno de los médicos, el capitán Merlos Saldaña, protagonizó un episodio heroico durante un bombardeo al cuartel que se encontraba cercano a la residencia de los españoles, salvó la vida a varios soldados y atendió a los heridos, algo que sirvió para ser condecorado por los norteamericanos.
Tras cinco años en Gò Công, los doce médicos volvieron a España en 1971, haciéndolo del mismo modo que cuando se marcharon, por la puerta de atrás, sin hacer ruido y sin ningún gesto de agradecimiento ni mención por parte del gobierno del General Franco.
La historia se conoció a través de la desclasificación de documentos secretos y en base a ello varios son los periodistas que han escrito artículos, libros e incluso se ha hecho un interesante documental para el Canal Historia titulado: ‘Go Kong, la guerra secreta de los españoles en Vietnam’.
El 30 de abril de 1975, Estados Unidos y Vietnam pusieron fin a la guerra que los enfrentó durante diez años. El  conflicto costó la vida a tres millones de personas, incluyendo a aproximadamente 58.000 soldados estadounidenses.
Espero que hayas disfrutado de la lectura y, si te ha gustado, puedes compartir.

Fuerteventura, 30 de Abril de 2015

martes, 21 de abril de 2015

Los Infantes de Marina que derrotaron a los Samuráis



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Sala histórica de Museo Naval

Muy buenas a todos los seguidores del blog y muchas gracias por el seguimiento de cada post que dan vida a los cuadernos de historia. En unos días celebramos los nueve meses de vida y no puedo más que decir aquella frase histórica de “me llena de orgullo y satisfacción…”.

En esta nueva entrada, nos trasladamos a las Filipinas del siglo XVI y a una gesta desconocida para el gran público con unos protagonistas muy especiales, los Infantes de Marina. Por supuesto, no puedo dejar pasar la oportunidad de hacer un pequeño homenaje a la Segunda Generación de Infantes de Marina de la Familia. La inicio mi hermano y su estela fue seguida por mis Sobrinos. Todo mi Cariño y Amor para ellos desde la distancia.

A finales del siglo XVI, la marina española se convirtió en la primera y única flota occidental en derrotar a estos fieros guerreros nipones.
La figura de los samuráis, fieros guerreros del antiguo imperio japonés, está envuelta en un auténtico halo de leyenda que los muestra como hombres a los que casi era imposible derrotar. Sin embargo, lo cierto es que estos luchadores no solo no eran invencibles, sino que fueron derrotados por la Armada española.
Este desconocido episodio de la historia, tal y como devela el autor del blog «Foro naval», ocurrió hacia 1580, cuando según narra el investigador Carlos Canales en su libro «Tierra Extraña», el gobernador español en las Islas Filipinas, don Gonzalo de Ronquillo, tuvo noticias de la llegada de un fuerte contingente de piratas japoneses que estaban hostigando y saqueando a los indígenas filipinos en la provincia de Luzón, zona bajo la protección administrativa española.
Ante esta situación, Ronquillo envió hasta Luzón al capitán de la Armada Juan Pablo Carrión, al mando de una flotilla compuesta por siete embarcaciones y varias decenas de infantes de marina de los Tercios de Mar de la Armada española. El objetivo era expulsar a los fieros piratas japoneses, que resultaron ser temibles guerreros samuráis.
Tras ganar una primera batalla, frente a un barco nipón que navegaba por la zona, los japoneses enviaron una flota de diez navíos para vengarse de los españoles. Sin embargo, tras varios combates, tanto en tierra como marítimos, las fuerzas españolas consiguieron vencer y expulsar de Filipinas a los japoneses.
Estas batallas suponen la única evidencia histórica de un enfrentamiento armado entre europeos y samuráis. De este episodio, la historia tradicional japonesa cuenta que sus guerreros fueron derrotados por unos demonios, mitad peces mitad lagartos, llegados en unos grandes y extraños barcos negros. Estas criaturas salían como bárbaros de la mar y atacarles tanto en tierra como en mar era un asunto peligroso y casi suicida.
Desde entonces los samuráis llamaron a los infantes de marina españoles «wo-cou» (peces-lagarto), en reconocimiento a la audacia con la que habían luchado y vencido en los Combates de Cagayán.
Espero que disfrutaras de la lectura y si te ha gustado puedes compartir.

Fuerteventura, 21 de Abril de 2015